Bacteriemia: causas síntomas y tratamiento
Bacteriemia: causas síntomas y tratamiento La bacteriemia es una infección grave causada por la presencia de patógenos bacterianos en la sangre. Esto puede ocurrir a través de diversas vías, como infecciones en la piel, el tracto urinario o respiratorio, o como complicación de procedimientos médicos. Los síntomas incluyen fiebre alta, escalofríos y malestar general. La bacteriemia puede progresar a una condición más grave llamada septicemia o choque séptico si no se trata adecuadamente. El diagnóstico se realiza mediante un hemocultivo, y el tratamiento consiste en antibióticos intravenosos de amplio espectro.
¿Qué es la bacteriemia?
La bacteriemia se refiere a la presencia de bacterias viables en la sangre. Esto puede ocurrir por diversas razones, como infecciones locales que se propagan a la circulación sanguínea, procedimientos médicos invasivos (como catéteres intravenosos o cirugías), o en pacientes con sistemas inmunitarios debilitados. Las bacterias más comunes que causan bacteriemia incluyen Staphylococcus, Streptococcus, Escherichia coli y Klebsiella, entre otras.
Síntomas y complicaciones de la bacteriemia
Los síntomas más comunes de la bacteriemia incluyen fiebre alta (a menudo mayor a 38.5°C), escalofríos, taquicardia, hipotensión y malestar general. En algunos casos, puede haber signos de infección en el sitio de origen, como dolor, enrojecimiento o hinchazón.
La bacteriemia puede progresar a condiciones más graves, como septicemia o choque séptico, que requieren un tratamiento médico urgente. Complicaciones como coagulación intravascular diseminada, insuficiencia multiorgánica y shock también pueden desarrollarse.
Diagnóstico de la bacteriemia
El diagnóstico de la bacteriemia se realiza mediante un hemocultivo, que consiste en tomar muestras de sangre del paciente y cultivarlas en el laboratorio para identificar las bacterias presentes. Otros exámenes de laboratorio como recuento de glóbulos blancos (leucocitosis) y pruebas de función orgánica también pueden ayudar a evaluar la gravedad de la infección. En algunos casos, pueden realizarse estudios de imágenes para identificar el foco de la infección.
Tratamiento de la bacteriemia
El abordaje terapéutico de la bacteriemia se centra en la administración inmediata de antibióticos intravenosos de amplio espectro. Estos fármacos se seleccionan de manera empírica, es decir, sin tener aún la identificación precisa de la bacteria causante. Una vez que se obtienen los resultados del hemocultivo y se conoce el agente patógeno, el tratamiento antibiótico se ajusta de forma específica.
Es crucial iniciar el tratamiento antibiótico de manera temprana, ya que la rápida propagación de la infección a través del torrente sanguíneo puede derivar en complicaciones más graves como la sepsis. Además del uso de antibióticos, también es necesario tratar los focos de infección subyacentes, como heridas, abscesos o infecciones en otros órganos.
En los casos más graves de bacteriemia, cuando se desarrolla un cuadro de shock séptico con insuficiencia multiorgánica, puede ser necesario el ingreso del paciente en una unidad de cuidados intensivos. Allí se proporcionará soporte vital avanzado, con la administración de fluidos, vasopresores y, en ocasiones, asistencia respiratoria mecánica.